IMAGEN DE CABECERA: CARBONCILLO de D@NIEL MORENO G@RCÍ@

Cuarteto Cedrón - La cerveza del pescador Schiltigheim - Raúl González Tuñón

martes, 22 de febrero de 2011

MEMORIA (LA OSCURIDAD)

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LA OSCURIDAD
















   Me aproximo a la noche, con cada una de las manos, abarco cuerpos enteros, horas, temporadas y saltos. Saltos y precipitaciones, personas sentadas en ambos lados, yo con cacharros de palo, una conversación que aún no se terminó... bancos, costumbres, el organdí, pantalones, las piedras con las cruces que se movían, el sol allá en lo alto que se retira para que beban de nuevo los días y el verano.


Un día cruzando a lo ancho de la calle, un día que presidió desde lo otro montones de días que no eran él; como si al describirse, se le hubieran restado los fragmentos, como nunca feliz, ligando las alianzas, anfitrión de los sueños en los que, hasta el paisaje, era una misma nube que se extendía con tan sólo rozarla.


Más arriba, la esquina se dividía también convocando a los árboles entrelazados por tinajas, callejuelas, panes redondos bajo los brazos, tinteros, latitas de sardinas, calcetines y solemnes domingos. La esquina tenía oídos, farfullaba y se dejaba picar por las abejas.

















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domingo, 6 de febrero de 2011

EL ORDEN IMPLICADO

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EL ORDEN IMPLICADO











“Lo que ocurre en un lugar del universo a una partícula afecta
instantáneamente al resto de las partículas del universo.”
(Bohm lo llamo el orden implicado.)






Son los pequeños detalles, no lo he olvidado,
son la suma de infinitas partículas de nadas
que conforman un todo hasta que lo hacen estallar.

Y estalla.

Estalla tristemente delante de la taza del café,
dice: fin
y maldice lo mejor que es capaz todos los diccionarios.

Son los brevísimos obstáculos para llorar o decir
los que cierran la cara y la llevan a lugares inhóspitos
en los que no hay comida ni te alegra la música
ni sirven para nada tus pies o el diámetro del aire,
¡y pensar que podríamos no habernos conocido,
al fin y al cabo, algo tuvimos,
ya no seremos más unos desconocidos aunque duela!.

Son los infinitesimales acuerdos que tampoco nos valen,
el punto más feliz de la imaginación que también nos falló,
es hoy, ayer, mañana,
la maraña de caras de Borges que siempre son la misma
y eso es lo peor.

Ritual del olvido, el lamento,
ese templo perverso en el que suena un aria
y te derrumbas en átomos muy niños,
y eras un hijo de mi carne que llamaba a mi piel por las tardes,
y eras un hombre que llamaba a mi sexo en la noche,

y eras un cántaro de tierra que me hacías virar
junto a las ondas y las olas,
y eras el as de la dicción, el sofisma endiablado
en el que los poemas y los ángeles se te parecen,
ritual de las horas describiendo
solamente palabras, solamente la voz, solamente lo eterno,
palabras nada más aunque duela.

Así es como sucede, está sucediendo, ahora mismo lo es,
como se cae una hoja seca sin lágrimas ni ojos,
sin nevera, sin agua,
daré largos paseos, nuevamente lo abstracto
pensando en no pensar,
acercarme aún así cuando regrese a casa
por si hubieras dejado una huella,
la esperanza que no se muere ni de muerte,* *
no necesito ya los asteriscos,
todo me es útil para tender mi alma como si fuera mi cuerpo,
para entender mi cuerpo como si fuera un alma.

Romper los alegatos para crearse apenas con el oxígeno
y con las horas,
saber de ti como mi mejor aliado y aún así me abandonas,
en cualquier circunstancia, no lo he olvidado,
los pequeños detalles, yo lo he vivido.

Me refiero a esto que no acaba de cuajar hablando del fin,
pensando en ello
se me abren todas las ganas de que pudiéramos arrebatar la f
en el mitad de la frase, tú no lo pienses, yo lo pensé,
como si fuera en la mitad de otro sitio:
Mutari In Alitem, transformarnos en pájaro,
la probabilidad, no lo puedo evitar, en este mundo y en los otros
espiar la materia y atravesar vientres y ranuras
como si fuéramos la luz y es que lo somos.

El objeto a o el sujeto de la partícula o el cosmos
intervenidos por alguien,
citemos a Heisenberg para no estar tan solos,
para no comportarnos como ellas se comportan
y esperar
aquel observador pasajero que vive y estalla
adentro de nosotros,
nosotros mismos,
y nos confunde con teorías y alguna noción de economía,
estética o producto social, pero esto ya lo había dicho, yo ya lo sé,
y qué importa
si no ha servido para nada,
tampoco servirá, no hay que temer.

Yo estoy hablando de verdad del final y eso que lo exploramos todo,
o casi todo, esa es mi pena,
tenernos que comparar con el gato de Schrödinger,
muertos y vivos a la vez.





* Amelia Díez Cuesta















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